Por: Gerardo Wijnant, Responsable Nacional de Impacto, Doble Impacto – Banca Ética.
Hace algunos meses un importante número de Organizaciones de la Sociedad Civil nos hacían ver y tomar conciencia acerca del dramático escenario de un déficit habitacional que ha crecido enormemente en los últimos años y manifestaban, con fuerza, su disposición para buscar soluciones que se den en conjunto, entre actores públicos, privados y organizaciones, enfatizando que: “sin las familias afectadas y sin las organizaciones sociales, cualquier solución será insostenible”. Esto es muy cierto y necesario comprenderlo, pues ya no es el tiempo de buscar soluciones sin el concurso activo de las personas, familias y comunidades afectadas, pues es su forma de vida la que está en juego. Es necesario generar procesos participativos y colaborativos en la definición de las mejores políticas públicas y otras acciones innovadoras para resolver este y otros acuciantes problemas.
Según el Catastro Nacional de Campamentos 20-21 de Techo-Chile y Fundación Vivienda, “es posible constatar más de 81.643 familias habitando en 969 campamentos, lo que refleja un aumento de un 74% en comparación a las cifras del Ministerio de Vivienda y Urbanismo en 2019, y con una población tres veces superior a la existente hace una década”. El dolor de miles de familias es profundo. No es posible sostener una sociedad sana sin hábitats que sean adecuados, dignos y respetuosos de las necesidades básicas de personas y familias. No se logra equidad ni convivencia en paz, si un número tan importante de ciudadanos viven en condiciones de exclusión, en hábitat precarios, en campamentos sin acceso a agua potable o en condición de allegados. Trabajar sobre el tema vivienda lleva consigo la vía de solución a múltiples otros problemas sociales.
En este sentido, la plataforma ‘Déficit Cero’, un espacio que integra a múltiples organizaciones e instituciones, busca garantizar el acceso universal a la vivienda antes del año 2030 para lo cual convoca a toda la sociedad a trabajar en conjunto para lograr esa meta, antes de que termine la década. Desde el trabajo y acción de Doble Impacto – Banca Ética solidarizamos con este propósito y nos ponemos al servicio de sus objetivos.
En nuestra estrategia, en camino a ser el primer banco con lineamientos 100% éticos y sostenibles del país, buscamos ser fuente de financiamiento en proyectos que incentiven la construcción de hábitat inclusivos y sostenibles, que permitan mejorar la calidad de vida de las personas y sus comunidades. Promover la generación de este tipo de hábitats a través de la construcción de viviendas sustentables, la regeneración urbana y la construcción de ciudades inteligentes, impulsando la cooperación al desarrollo a través del apoyo a empresas y cooperativas sostenibles, fomentando el desarrollo local de los territorios.
Al mismo tiempo no estamos disponibles a participar en proyectos inmobiliarios que se diseñen sin considerar la identidad del lugar en el que se emplazarán o bien que se desarrollen sin participación de la comunidad y actores locales relevantes. Al mismo tiempo no estaremos en proyectos que no se hacen cargo del uso de materiales, su reutilización o revalorización en lo que dice relación con la gestión sostenible de residuos de construcción.
Entendemos que la construcción de hábitat y ciudad debe realizarse pensando en la integración y la inclusión de todos quienes viven en ella. Por eso nos interesan los proyectos de viviendas que contemplan las necesidades de las familias y la armonía con el entorno. Aquello que propicie el empleo digno de personas que viven en las localidades en donde se ejecutan los proyectos, y especialmente si es por sobre los estándares legales mínimos, promoviendo la capacitación de los trabajadores y fomentando la calidad de vida de ellos y sus familias.
En definitiva, nos anima el compromiso con este desafío que nos interpela y para ello estamos disponibles a ser un actor relevante en las soluciones que hoy son urgentes.