Por: Paola Valencia, Secretaria Ejecutiva de Construcción Sustentable DITEC, Ministerio de Vivienda y Urbanismo.
Chile ha impulsado una importante carrera de fomento a la sustentabilidad en la construcción por medio de dos herramientas de certificación de edificación: la primera, denominada Certificación Edificio Sustentable (CES), lanzada en 2014 y cuyo alcance son edificios no residenciales; la segunda, la Certificación Vivienda Sustentable (CVS), lanzada en mayo del presente año y cuyo alcance son edificaciones residenciales.
Es importante destacar que ambas certificaciones tienen requerimientos independientes para la etapa de diseño, construcción y, en el caso del CES, para la operación, ya que la CVS aún no contempla esta etapa. Lo importante de esto es que se mide la sustentabilidad en el ciclo completo de un proyecto, con lo que se promueve que cada una de las etapas tenga un bajo impacto ambiental, entre otros beneficios.
Ahora, si queremos referirnos a las certificaciones de edificaciones sustentables y su relación con la disminución de huella de carbono de la industria, podemos encontrar muchas oportunidades en cada una de las etapas de las certificaciones y, por ende, del ciclo de vida de los proyectos. Es importante señalar que las emisiones de carbono corresponden a todas las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) generadas por los combustibles fósiles utilizados durante todas las etapas del ciclo de vida de un proyecto y/o edificio.
Es así que, si partimos desde la etapa de conceptualización y diseño de los proyectos, que equivale a la etapa de precertificación de estas herramientas, se pone en valor por medio de puntaje la concepción de proyectos, que, por una parte, conciban diseños modulares, industrializados o con metodologías BIM, medidas que reducen el uso de recursos, energía y generación de residuos. Por otra parte, otorgan puntaje a los proyectos que consideren materiales con atributos de sustentabilidad tales como: contenido reciclado; Declaración Ambiental de Productos; certificación de gestión sustentable de bosques, en el caso de la madera, y uso de materiales que hayan sido extraídos y procesados en el país o región, entre otros. Todos estos atributos promueven productos de baja huella de carbono.
Por otra parte, en la etapa de construcción, estas certificaciones promueven procesos de construcción eficientes y de baja emisión, por medio de diferentes protocolos o medidas, tales como el uso de maquinaria eficiente de baja o nula emisión, uso de un plan de gestión de residuos, disminución de generación y valorización de residuos en obra, así como planes de gestión ambiental en obra, uso de transporte sustentable y estrategias de responsabilidad social, que, entre otras medidas, promueve la mano de obra local.
Por último, en la etapa de operación las certificaciones premian a edificios y comunidades que utilicen las edificaciones de la manera más eficiente, lo que sólo se puede lograr si estos fueron diseñados y construidos con importantes estándares de eficiencia energética, entre otros. Esto permite que los edificios tengan una baja demanda y consumo de energía en combustibles para climatización, electricidad y agua caliente, entre otras actividades. Además, se promueven edificios que aseguren una larga vida útil con pocas renovaciones, de manera de consumir el mínimo de energía durante su vida útil.
Dentro de esta tercera etapa también se considera que el cálculo de huella de carbono tiene tres alcances: el primero, también denominado “emisiones directas”, son los GEI emitidos de forma directa por la organización, por ejemplo, por el uso de combustibles fósiles en maquinaria o vehículos propiedad de la organización, por pérdidas de gases refrigerantes, o por reacciones químicas durante los procesos productivos de la organización. El segundo alcance, o “emisiones indirectas por energía”, son los GEI emitidos por el productor de la energía requerida por la organización; dependen tanto de la cantidad de energía requerida por la organización como del mix energético de la red que provee a la organización.
Por último, un tercer alcance, también denominado “otras emisiones indirectas”, son las atribuibles a los productos y servicios adquiridos por la organización, que, a su vez, habrán generado emisiones previamente para ser producidos. Son las más difíciles de contabilizar debido a la gran cantidad de productos y servicios utilizados por las organizaciones y a la dificultad de conocer las emisiones de estos productos o servicios, si no son aportadas por el propio productor.
Dado lo señalado anteriormente, es destacable que los proyectos que se conciben desde el diseño con un enfoque de vida útil y sus funciones, podrían lograr una importante reducción de huella de carbono, no sólo al mismo edificio, sino también al desarrollo de ciudades sustentables y de baja huella.
Sin embargo, se debe considerar que en la actualidad en Chile no existe información de la huella de carbono en el ciclo completo de la construcción, sólo se tiene antecedentes de la operación y parte de las emisiones durante la obra, razón por la cual el Ministerio de Vivienda y Urbanismo ha conformado un comité intersectorial de huella de carbono para la edificación en el Instituto de la Construcción. La función de este comité es trabajar en forma conjunta en la gestión de huella del sector.
¿Qué significa esto? Pues que, por medio de una hoja de ruta y estrategia, donde cada uno de los actores adquiera diversos compromisos que ayuden a construir bases de datos nacionales, definir metodologías de trabajo consensuadas por todos y calculadoras que permitan la gestión masiva de huella.
Dicho todo lo anterior las certificaciones cumplen un rol fundamental de gestión de información y fomento a reducción de huella de carbono de la industria.