Agosto 31, 2021
Con un conversatorio que cruzó las opiniones de cuatro miradas expertas, y una audiencia conformada por arquitectos, urbanistas, académicos y otros actores del gremio, la Asociación de Oficinas de Arquitectos (AOA) realizó la presentación de su Revista AOA 44, una edición que tiene como eje central la icónica Plaza Baquedano de Santiago, repasando su historia e intentos de remozamientos, el estallido social y los cambios que se han producido en ella.
El evento, desarrollado en Espacio AOA este jueves 26 de agosto y transmitido por el canal de la asociación en YouTube, estuvo encabezado por la presidenta de AOA, Mónica Álvarez de Oro, y el director de la revista, Yves Besançon, y contó también con la asistencia del subsecretario de Patrimonio Cultural, Emilio de la Cerda.
En sus palabras de bienvenida, Besançon expresó que “un enemigo invisible nos ha mantenido encerrados trabajando a distancia y físicamente separados, sin poder socializar presencialmente. A pesar de ello, hemos podido sacar adelante esta revista #44, que está cumpliendo 16 años de vida”.
Enfatizó, además, que “tampoco hemos querido soslayar o abstraernos de la realidad que nuestro país y nuestra ciudad de Santiago han sufrido, no solo por la cuarentena y la falta de actividad pública, sino que también por la tensión que se manifiesta en el ambiente desde el 18 de octubre de 2019, pero que al mismo tiempo nos ha abierto un lugar democrático de reflexión en la Convención Constituyente”.
Luego, la arquitecta y socia de Atisba, Caroline Iribarne, a través de un video enviado desde Francia, reseñó el artículo central de la revista, “Plaza Baquedano: un espacio inacabado de transformación”, del cual participó.
“Se ha escrito demasiado sobre la violencia, pero muy poco de la historia y el valor simbólico de Plaza Baquedano para los habitantes de la ciudad. Incluso, en las propuestas para reconstruir este sector ha habido aproximaciones más bien funcionales, pero poco sobre la relevancia simbólica, con raíces que han calado tan hondo, que hoy permite que tenga un significado muy importante para los chilenos”, sostuvo Iribarne, quien en el texto junto a Pedro Bannen, Rodrigo Tisi y el equipo Lyon & Martic, escribe sobre el pasado, presente y futuro de este icónico espacio público de la ciudad de Santiago.
A partir del comentario de Iribarne, el panel -compuesto por el moderador José Rosas, los arquitectos Pedro Bannen y Pablo Riquelme, y el fotógrafo Pablo Valenzuela- debatió en torno a la noción de Plaza Baquedano como “frontera social” que plantea la arquitecta en su artículo.
“Resulta sorprendente que el estudio que ella plantea confirma que en ese periodo en que se constituye la Plaza Baquedano, la ciudad estaba creciendo hacia el sur-poniente principalmente, o sea, no tenía una directriz marcada hacia el oriente como la conocemos ahora, sino que tenía una tendencia hacia los parques Cousiño, el Club Hípico, la Quinta Normal, e incluso hasta la zona de La Chimba”, señaló Rosas.
Pablo Valenzuela, autor de las fotografías que acompañan el artículo, opinó, en tanto, que “más que una grieta social, la Plaza Italia la veo como un punto de convergencia y un punto muy democrático, en el sentido de que pueden converger todas las comunas de Santiago y parques, como el Balmaceda, el Forestal y el Metropolitano. Por lo tanto, más que verlo como un lugar de diferencias sociales, lo veo como un lugar de encuentro”.
Posteriormente, los profesionales se detuvieron a analizar la imagen que acompaña la portada de la revista, donde Pablo Valenzuela retrató, en marzo pasado, el retiro de la estatua del General Baquedano y la sola presencia de su pedestal.
En ese sentido, el arquitecto Pablo Riquelme consideró que lo que muestra la fotografía “tiene mucha relación con la plaza porque, si uno dijera cuál es la figura que representa, es como la ausencia, la ausencia de algo que uno, sin embargo, termina de completar rápidamente, y en este caso son las expectativas que pueda tener cada uno de nosotros de este lugar”.
En ese línea, Riquelme dijo que la imagen “nos hace pensar en la dificultad de abordar desde todas las disciplinas este espacio físico, porque desde la foto aérea, uno ve que está atendiendo a una cosa de funcionalidad extrema, que ha estado modelada por todo lo que tiene que resolver: el tránsito vehicular, peatonal, las distancias entre los edificios”. El experto agregó que la Plaza Baquedano “tiene una carga funcional muy alta, y por otro lado, debe ser uno de los lugares más simbólicos que tenemos. Entonces, hay una disociación ahí que es importante”.
Al ser consultado sobre el futuro de este espacio, Riquelme intuyó que “el camino posible tiene que ver con sacarle esa carga extremadamente funcional y repensar en el espacio como se piensa en lugares como las Torres Gemelas. Lo que se hizo ahí (posterior al 11-S) a uno le puede gustar o no, pero hay una propuesta ahí no funcional y que ataca otra dimensión, más simbólica”.
A su turno, Pedro Bannen declaró que “con Plaza Baquedano me ha pasado algo que cada vez que me hacen fijar la atención en ella, la veo distinta”. Y junto con repasar los distintos nombres que ha recibido este espacio (desde Plaza La Serena, como la bautizó Benjamín Vicuña Mackenna en 1875, hasta Plaza Baquedano en 1928 y Plaza de la Dignidad en el último tiempo), parafraseó al escritor italiano Ítalo Calvino: “Todo lugar al que se le da un nombre, y cuando se invoca ese nombre todos saben del lugar del que se está hablando, el lugar ha aparecido, se ha creado”.
Reacciones
Al término de la actividad, el subsecretario de Patrimonio, Emilio de la Cerda, manifestó que “me parece muy pertinente instalar, primero, una reflexión respecto del espacio de Plaza Baquedano, porque lo que hemos vivido en el último tiempo ahí es pura coyuntura, puro presente, y en cierta manera lo que ha pasado en el país toma la imagen de Plaza Baquedano, su localización, como el lugar donde todo parte, entonces no tenemos herramientas hoy día para acercarnos a eso”.
Y antes que herramientas de diseño, agregó-, “necesitamos establecer una comprensión de lo que está pasando en ese lugar. Entonces, el ejercicio que hace la AOA es reabrir el debate respecto de este espacio ya no en lo que teníamos hace cinco años, cuando se hizo el proyecto Alameda-Providencia, sino que en el contexto actual”.
La autoridad de gobierno sostuvo, finalmente, que “para nosotros, incluso para el equipo en el que estamos trabajando de cara al retorno de Baquedano, que es como la pieza clave del lugar, es muy útil ver cómo se está moviendo el debate, al menos gremial, respecto de este espacio y esta discusión”.
Por último, el decano de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Chile, Manuel Amaya, destacó que “el conversatorio lo encontré muy interesante, porque creo que lo que se estuvo planteando sobre la situación urbana de Santiago y específicamente de la Alameda y Providencia; es algo que en estos momentos ha pasado a tener una relevancia a nivel nacional, producto de todo lo que ha ocurrido desde el estallido social en adelante, y que de alguna manera está en el tapete cuál va a ser el rol de esta plaza, cuáles son las características y de qué forma nosotros como arquitectos y urbanistas podemos aportar a la ciudad y especialmente a este espacio público”.
El académico complementó diciendo que “nosotros como arquitectos y planificadores tenemos una gran responsabilidad en términos de qué hacer en ese espacio y cuál va a ser el rol que le vamos a dar, si va a ser uno cultural, puesto de que sencillamente la comunidad lo ha ocupado de una manera especial; pero creo que es un espacio donde normalmente se convergen todas las celebraciones que tenemos a nivel país, y creo que eso es lo relevante. Por lo tanto, es el espacio por excelencia de la celebración y creo que ese debiera seguir siendo el rol, pero con un tinte cultural y social”.
Amaya fundamentó su opinión señalando que en el entorno de la Plaza Italia existe un importante polo cultural, conformado por instalaciones como la Facultad de Derecho de la U. de Chile, el Teatro de la U. de Chile, el Museo Violeta Parra, el edificio del Demre y el campus Andrés Bello de la misma casa de estudios, entre otras.